lunes, 25 de mayo de 2015

HISTORIA

historia siete maravillas del mundo

Definitiva tal como la conocemos hoy en día, al publicar una serie de dibujos titulados Las siete maravillas del Mundo Antiguo. Desde entonces la celebridad de estas obras magníficas jamás dejó de crecer hasta pasar a convertirse en leyenda. A partir de esta fama que se difundió masiva mente a lo largo de todas las épocas, comenzó a surgir la curiosidad, la inquietud por conocer detalles de las maravillas, su ubicación geográfica, su estado actual de conservación, su origen... La lista definitiva quedó conformada según el siguiente detalle:
 1) El Templo de Artemisa (Diana), en Éfeso.
 2) El Coloso de Rodas.
3) Los jardines colgantes de Babilonia
 4) El sepulcro del Rey Mausolo en Halicarnaso
5) El Faro de Alejandría
 6) La estatua del Zeus Olímpico en Olimpia.
 7) Las pirámides de Egipto.

 Sólo una de estas excepcionales obras maravillosas se encuentra en pie en nuestros días. Se trata de las pirámides de Egipto y a raíz de esta situación comienzan las especulaciones sobre los motivos por los cuales esto ha sido posible, mientras que ninguno de los otros seis monumentos ha permanecido a través del tiempo, pero también se refuerza la necesidad de conocer las razones por las cuales las otras han desaparecido. A los fines de conocer elementos de la construcción, estilo, historia y destino de estas maravillas, analizaremos detalladamente a cada una de las que figuran en la lista. El Templo de Artemisa (Diana) en Éfeso. En la época en la cual nace esta lista, se consideró al templo de Artemisa como la más importante de todas las construcciones. El geógrafo Pausanas se inclinó por esta postura manifestando incluso que se trataba de la obra que superaba a todas las otras. El sitio donde tuvo lugar su construcción fue la localidad de Éfeso, una ciudad portuaria localizada en el territorio de la actual Turquía.
En la época se trataba de una ciudad opulenta, plena de templos y palacios en los cuales residían Torre de Babel en Babilonia, según Brueghel, obra que dataría de la época de los jardines… los más poderosos comerciantes del mundo, rodeada de bellas colinas sembradas de olivares. Era tanta la riqueza que poseían los poderosos de la ciudad que se derramaba por todos sus habitantes, así, prudentemente decidieron que deberían agradecer a los dioses por esta fortuna. Así, a mediados del año 600 a.C., los efesios comenzaron a evaluar la posibilidad de erigir un fabuloso templo que honrara a Artemisa, diosa protectora de Éfeso, como expresión de su agradecimiento por la fortuna recibida. En poco tiempo, en la zona central de la ciudad se preparó una inmensa terraza para construir los cimientos sobre los cuales se erigiría el templo, y los mejores arquitectos de la época comenzaron a idear sus formas. En principio, se planteó el problema de los materiales con los cuales se edificaría el monumento.
 La idea primigenia era hacerlo en piedra, pero los propulsores del proyecto sentían que no era éste un material lo suficientemente noble como para lograr lo que ellos habían imaginado. Esta situación duró hasta que en un hecho fortuito, un pastor llamado Pixadore descubrió un tipo de roca blanco como la nieve, desconocido hasta el momento. Se trataba de una cantera de puro mármol, material que entusiasmó a los efesios, ya que lo encontraron totalmente apto para la construcción del templo, no sólo debido a la nobleza del mismo, sino que se consideró que la propia diosa Artemisa se había ocupado de guiar al pastor hasta el prodigioso sitio. Artemisa era la Diosa de la caza de la mitología griega, su nombre fue Diana para la mitología romana y es por tal motivo que este monumento es conocido también como Templo de Diana. Esta diosa fue hermana gemela de Apolo, e hija de Zeus y Leto, quien dio a luz a sus hijos en la isla de Delos, razón por la cual también se la conoció como Delia. Este templo en su honor llegaría a ser la verdadera expresión del alma de todo el mundo antiguo que veneraba su figura.


El primer impulsor de la construcción del monumento fue el rey Creso, perpetuado en la historia como el hombre más rico de todos los tiempos. En la época, este poderoso monarca que tenía a casi toda la Grecia jónica bajo su poder, quiso demostrar de esta forma su inmensa gratitud a Artemisa, a quien adjudicaba la responsabilidad por haberse salvado de una segura muerte en manos del rey persa Ciro el Grande, quien había estado a punto de quemarlo vivo luego de haberlo vencido en el campo de batalla. A los efectos de iniciar las obras, Creso habría decretado una suscripción pública compulsiva, por lo que tuvieron que contribuir todos los habitantes, y según cuenta la tradición, posteriormente todos los reyes de Asia pusieron su parte también para la construcción del fabuloso monumento



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